Capilla del Seminario conciliar de San Dámaso

El origen del seminario se encuentra ligado a la erección de la diócesis de Madrid, un hecho que no tuvo lugar hasta el 7 de marzo de 1885, cuando el papa León XIII separó la diócesis de Toledo creando la de Madrid-Alcalá. Este hecho requería el establecimiento de un seminario en la nueva sede diocesana. Inicialmente, se estableció en el palacio arzobispal, en la calle de la Pasa.

 

Después de un intento del Marqués de Cubas en 1891 de levantar un nuevo seminario en la actual calle de Eduardo Dato, la diócesis decide construir el nuevo edificio en Las Vistillas, en el terreno que ocupaba el antiguo palacio del duque de Osuna.

 

En 1901 los arquitectos Miguel de Olabarría y Ricardo García Guereta elaboraron el proyecto, en el que se modificaba el proyecto inicial del marqués de Cubas.6​ Al año comenzaron las obras, elaborándose un nuevo proyecto que hacía más grande la capilla. Tras la muerte de Olabarría en 1904, se encargaron de la finalización de la obra García Guereta y Juan Moya Idígoras. ​ La inauguración tuvo lugar el 23 de octubre de 1906, recibiendo la advocación del papa San Dámaso.

El exterior es de estilo neomudéjar imperante a principios del siglo XX en la capital. La capilla tiene una planta en forma de cruz latina y consta de una sola nave. Es curioso que tanto el presbiterio como el ábside sobresalen en el exterior del edificio, que por su volumen recuerda a las construcciones militares de la época.

 

La capilla y el salón de actos fueron realizados por Félix Granda que elaboró un proyecto iconográfico basado en el concepto de “la teología y la filosofía como hermanas”; programó en el centro del ábside de la capilla bajo un dosel la figura de Cristo sentado enseñando. La capilla tras la guerra civil fue reformada y más tarde modificada en los años setenta para adaptarlo a la nueva liturgia. Pese a todo, aún podemos descubrir la genial mano de Félix Granda.