Portaviático
AUTOR:
Fernando Govea.
LOCALIDAD:
Madrid.
FECHA:
1822.
PROCEDENCIA:
Pieza expuesta en la colección permanente del Museo de la Catedral de Sta. María de la Almudena (Madrid). N.º inv. MC-0379
MATERIALES:
Plata en su color y sobredorada.
TÉCNICA:
Torneado, recortado, fundido, troquelado y dorado.
MEDIDAS:
16,5 x 10,5 x 6,5 cm.
703 gr.
DESCRIPCIÓN:
Caja de plata semiesférica rematada con una media cúpula con dos secciones: la inferior presenta forma acampanada y la superior es una cúpula bulbosa adornada con casetones romboidales con una flor inserta. El remate es un par de cabezas de ángeles en torno a una cruz que no se conserva.
El frente presenta dos pilastras cajeadas coronadas por una cabeza de querubín que flanquean una pequeña custodia dorada cuyo vástago está perdido. Los laterales del cuerpo central están provistos de dos pares de argollas por los que pasan sendos cordones unidos por una borla dorada con flecos.
En el reverso se encuentra la puerta con un tirador que permite acceder al interior donde se guarda un pequeño copón de plata dorada.
Dicho copón, de forma semiesférica y superficie lisa, tiene tapa plana de dos alturas rematada por una cruz. El astil tiene nudo cilíndrico decorados con lazos y el pie presenta forma circular con zócalo liso y pequeñas hojas sobre la superficie.
ESTADO DE CONSERVACIÓN:
La pieza tiene faltas, entre ellas la cruz que remata la pieza, el pie de la pequeña custodia que adorna el cuerpo central y las tres patas de la base.
MARCAS:
Escudo coronado con osa y madroño sobre 22, castillo sobre 22 y F. /GOVEA.
BIBLIOGRAFÍA DE LA PIEZA:
AA.VV. Museo de la Catedral de la Almudena. Catálogo. Madrid, 2005, p. 332.
ESTUDIO:
En el proceso de investigación de este portaviático hemos encontrado otro de propiedad particular, prácticamente idéntico al que nos ocupa y realizado por el mismo platero[1]. La única diferencia entre ambos es la cifra que acompaña las marcas de Villa: 22, en el portaviático de la Catedral, y 23 en la otra pieza. Esto podría deberse a que el marcador de Corte no había modificado todavía el punzón en el momento del marcaje y seguía utilizando el correspondiente al año anterior, 1822.
Según la información de las marcas, el portaviático de la Catedral es una obra realizada en 1822 por Fernando Govea, un platero del que no disponemos mucha información. Sumamos a esta escasez de datos las pocas obras de su mano que han llegado hasta nosotros. Mas concretamente, solo hemos localizado un juego de altar formado por un cáliz y un juego de vinajeras con salvilla y campanilla que se encuentra en el Museo Calasancio de Madrid.
El profesor J. M. Cruz Valdovinos, al estudiar el citado juego de altar, aporta algunos datos sobre este artista: Fernando Govea nació en Madrid en 1785 y fue aprobado como maestro de oro en 1807. Aprendió el oficio con José Torretiello y Clemente Puyol y debió formar un taller, ya que está documentada su petición de títulos para sus oficiales. Aparece en la lista de contribuyentes al subsidio de comercio hasta 1827[2]. El hecho de que su nombre aparezca en las listas de subsidio hasta ese año y que, de sus tres obras conocidas la fecha más tardía sea 1823, hace pensar que debió fallecer en torno a 1827.
El portaviático que nos ocupa tiene estructura arquitectónica a modo de pequeño templo o capilla cubierto por una cúpula bulbosa adornada por casetones.
Este tipo de cúpulas se enmarcan dentro de la tradición arquitectónica bizantina e islámica. Su presencia en este portaviático podría estar relacionada con el gusto orientalista que, por influencia francesa, más concretamente por las expediciones militares de Napoleón en Oriente, entró en España a finales del siglo XVIII y principios del XIX. El gusto por lo oriental tuvo buena acogida en España especialmente en las artes decorativas como se puede ver en el mobiliario de esa época, la decoración de textiles o la indumentaria especialmente la femenina.
Por su parte, los casetones que decoran la cúpula son un tipo de ornamentación de raigambre clásica recurrente en la arquitectura del siglo XVIII. Encontramos un gran parecido entre los casetones de este portaviático y los que decoran el ábside del Real Oratorio del Caballero de Gracia, templo madrileño construido durante la segunda mitad del siglo XVIII, obra del arquitecto Juan de Villanueva.
Entre las tres obras conocidas de Fernando Govea existe una gran diferencia de complejidad y calidad. El juego de altar de los Escolapios presenta un nivel de calidad y de ejecución muy notables. El trabajo de cincelado y fundido de ese conjunto dan cuenta del buen dominio de la técnica y la gran capacidad creativa que poseía Fernando Govea. Por su parte, los dos portaviáticos, de factura sencilla, son trabajos más modestos, sin pretensiones, piezas que cumplen su función de manera digna: guardar la Eucaristía para su administración a los enfermos.
Una de las tipologías religiosas más variadas en la platería litúrgica española es el portaviático. El hecho que no existieran unas normas muy precisas de cómo debían ser fabricados permitieron a los plateros, durante los siglos XVII y XVIII, desplegar su creatividad en la realización de estos enseres.
Posiblemente, los portaviáticos más espectaculares son los realizados por los plateros de la Escuela Andaluza, sobre todo Córdoba y Sevilla. Entre los modelos más llamativos destacan los que presentan forma de pelícano de alas desplegadas, el de jarroncillo de perfil sinuoso y el cordiforme[3]. También en Castilla durante el siglo XVIII, se realizaron portaviáticos excepcionales en cuanto a diseño y técnica. Es el caso del que se encuentra en la Colegiata de la Granja en Segovia concebido como una custodia con los símbolos del Sagrado Corazón y del Cordero Apocalíptico[4].
A parte de estas excepcionales obras, el modelo de portaviático más extendido es el de cajita circular con tapa. En algunas ocasiones la tapa puede ir rematada con una cruz que se puede retirar para facilitar ser guardado en una bolsa o en el bolsillo[5].
A modo de conclusión podemos decir que el portaviático del Museo de la Catedral de la Almudena es una pieza interesante, ya que arroja algo más de luz a la obra y la figura de Fernando Govea. Una pieza original que se sale de los modelos más comunes y que abandona la sofisticación de los portaviáticos propios del Rococó. El hecho de que se hayan encontrado dos piezas prácticamente idénticas, nos indica que pudieron ser más los ejemplares que hiciera el artífice siguiendo este modelo caracterizado por la sencillez y la elegancia.
Óscar Uceta García
Museo de la Catedral de la Almudena
BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA:
- AA.VV. El fulgor de la plata. Córdoba, 2007
- ARNÁEZ, E. Orfebrería religiosa en la provincia de Segovia en los siglos XVIII y XIX. Madrid, 1985.
- CRUZ VALDOVINOS, J.M. Valor y Lucimiento. Platería de la Comunidad de Madrid. Madrid, 2005.
- MORENO CUADRO, F. Platería cordobesa. Córdoba, 2006.
[1] CRUZ VALDOVINOS, J.M., Valor y Lucimiento. Platería en la Comunidad de Madrid. Madrid, 2004, p. 229
[2] Ibidem, p. 228.
[3] AA.VV. El fulgor de la plata. Córdoba, 2007, pp. 358-361
[4] ARNÁEZ, E. Orfebrería religiosa en la provincia de Segovia en los siglos XVIII y XIX. Madrid, 1985. p. 292
[5] CRUZ VALDOVINOS, J.M. Valor…op. cit. p. 240.